MIRA POR QUÉ MILES DE NIÑOS PIERDEN LA VISTA CADA NAVIDAD

Nada como saber que estamos en épocas decembrinas y que el frío y la comida están a la orden del día. Fuera de eso, nuestro espíritu navideño nos impulsa a admirar las luces decorativas de las casas, a querer comprar esos cuernitos de renos para el carro que siempre aparecen y ¿por qué no? Unas bengalas, ya que no podemos negar que son de lo más llamativas.

Pero entre toda la diversión siempre hay cabida para algún tipo de error, accidente y, lamentablemente, alguna tragedia. Esta es una historia para que reflexionen y tengan un poco más de cuidado con las actividades que realizan en las fiestas decembrinas:

Mazatlán, Sinaloa.- Edwin Carrillo tenía 2 años cuando todo ocurrió, el 18 de diciembre del 2014. El pequeño se encontraba pasando un día normal en su casa brincoteando cuando escuchó que su padre llegó de trabajar y venía con algunas decoraciones para el árbol de navidad y con una cajita extraña.

El padre le explicó al pequeño de dos años que se llamaban bengalas, las cuales eran lucecitas de chispitas, que su hermano (José) ya las había usado antes y que ahora quería que él las viera.

Cuenta el padre que a pesar de que Edwin obviamente aún no pudiera hablar bien, lo notaba contento y emocionado. El hermano mayor, José, tenía 12 años y su padre le tenía confianza si de Edwin se trataba, ya que siempre había demostrado gran cuidado y cariño hacía él.

Edwin, a sus dos años, simplemente le emocionaba todo y no dudaba en aventurarse, José lo tomó en sus brazos para salir y prender las bengalas, igual y ya estaba un poco oscuro y se iba a poder apreciar bien.

Todo iba bien, José prendió un par y Edwin estaba muy feliz.

Pero a pesar de que José fue muy cuidadoso y no dejaba de cuidar a su hermanito, no pudo evitar lo que aconteció después.

El hermano mayor decidió cargar a su hermanito, prendió una bengala y esperó a que ésta no brillara tanto para acercarla a Edwin, pero José no se fijó muy bien y cuando acercó la bengala al cuerpo de su hermanito, confiado, descubrió con horror que las chispas aún brincaban y que al parecer algunas habían entrado al ojo de su hermanito de 2 años. Edwin comenzó a llorar con fuerza.

Cuando su padre se dio cuenta lo llevó lo más rápido posible a urgencias, ya que notaba que su hijo se negaba a abrir el ojo derecho.

Cuando la revisión acabó el diagnóstico no fue nada favorable, las chispas habían entrado al ojo derecho del niño y la retina se había dañado considerablemente, se trataba de un desgarramiento de la retina, causado por el fuego de las luces de bengala en el joven ojo del pequeño.

El desgarramiento se da cuando el vítreo se estira demasiado o se desprende a causa de algún elemento extranjero al ojo. En su presentación menos peligrosa, la retina se desgarra un poco cuando hay presión alta.

Trataron de realizar cirugía pero era muy riesgosa, ya que Edwin podía perder el ojo. A consecuencia de esto, Edwin, que actualmente tiene tres años, perdió la vista en el ojo derecho.

Si bien las luces de bengala pueden parecer inofensivas, se tienen que cuidar mucho el contacto con seres tan pequeños como Edwin, ya que tragedias como estas pueden suceder.

Fuente: Badabun 

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