Coyote abandona a hermanos en el desierto de Arizona; murieron abrazados hasta el final

El señor Facundo Mendoza Nolasco, el martes 9 de agosto llamó al consulado de Yuma, Arizona, tras enterarse de que sus hijos fueron abandonados por el coyote en el desierto de Arizona, pues el mismo coyote le contó lo sucedido una semana después.

Esto es parte de una entrevista que le realizaron al señor Facundo.

“Me habló una semana después, el 2 de junio, diciendo que uno de mis hijos (Carlos Enrique) se había deshidratado y que no pudo seguir la caminata”.

“Que la ley de la vida así es en el desierto: si te quedas, te quedas. Le pregunté por mi otro hijo, Édgar, y me contestó que tampoco siguió al grupo, que por la cuestión de que vio a su hermano que no pudo, prefirió quedarse”, relató.

Sus hijos, Édgar Mendoza Rodríguez de 37 años y Carlos Enrique Mendoza Santiago de 23 años, ambos albañiles, salieron el 27 de mayo de Tuxtepec, Oaxaca.

“Yo los llevé a Santa Cruz (Veracruz). Allá le dije a uno de ellos: ‘¿Estás seguro de que vas a aguantar? Y me dijo: Sí, papá. Yo le voy a echar muchas ganas y lo voy a hacer por mis hijos y por mi esposa. Adelante, que dios los bendiga y échenle ganas por su familia, les dije y les di la bendición. Tomaron un carro, y nos despedimos de abrazo y de vista”, cuenta Facundo y enseguida dice que sus hijos agarraron camino a Sonoyta, donde los esperaba el coyote.

Sin embargo, después de andar buscando a sus hijos por más de dos meses, marcó nuevamente al consulado de Yuma el 9 de agosto, donde no querían darle razón de ellos.

“Me dijo la señorita: ‘Le paso a mi jefe para que le explique’. Y yo le dije: ‘¿Pero me va a explicar? ¿Que ya los encontraron?’. Y no me supo decir nada”. El jefe, cuenta Facundo, le preguntó primero cómo se encontraba de salud. “Le dije: ‘Dígame lo que me vaya a decir porque ya estoy preparado. Llevo dos meses y días buscando. Si usted tiene que decirme algo bueno o malo, dígamelo’, le insistí”.

-Y qué le dijo?

-Que fuera fuerte. Que el día de ayer, a las 7 de la noche, la Patrulla Fronteriza hacía su recorrido y encontraron dos cuerpos. Que por las credenciales y las licencias de manejar sabían que eran mis hijos. Que aunque los cuerpos ya estaban en malas condiciones, de descomposición, todavía en el físico daban los rasgos. Que lo sentía mucho y que no había nada que hacer, más que entregarme sus cuerpos.

El consulado le dijo a Facundo que sus hijos fueron encontrados abrazados, como los buenos hermanos que eran.

“El consulado me dijo que, como buena pareja de hermanos, los encontraron abrazados. También por eso aseguran que son Édgar y Carlos Enrique”, dice y aprovecha para pedir ayuda al gobierno de México: necesita repatriar los cuerpos.

Édgar dejó en la orfandad a cuatro hijos: Josué, Gadiel, Caleb e Ingrid. Mientras que Carlos dejó a dos hijos: Cirilo y Manuel. Además, su esposa lleva cinco meses de embarazo.

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