DOCTOR Y SACERDOTE, DOS VOCACIONES QUE LO LLENAN DE FÉ Y ALEGRÍA SU VIDA.

El Padre Alfredo oficia misas en la parroquia del Sagrado Corazón de María durante el día; el Padre decidió tomar su camino como sacerdote cuando apenas tenía 7 años, menciona que su madre pensaba que eran sueños de niños, más tarde cuando Alfredo terminó la preparatoria intentó ingresar a un seminario por lo que le comento a su madre y ella le exigió que primero terminara una carrera.
Debido a su naturaleza de ayudar a la gente Alfredo decidió tomar la carrera de ingeniería en enfermería, después de algunos años completo esta carrera y logró convertirse en médico con especialidades en pediatría y terapia intensiva.
Alfredo cuenta que su carrera lo llenaba de alegría debido a que ayudaba a la gente que lo necesitaba, unos meses antes de que su mamá falleciera ella le confesó que se sentía culpable de que su hijo no ha logrado hacer una vida, que no pudo buscar una buena mujer para convertirla en su esposa y mucho menos casarse y hacer una familia, Alfredo le contestó que no se sintiera culpable y que no se preocupara, él siempre había querido ser un sacerdote.
Siempre había tenida una inquietud desde los 7 años y después de dos semanas que su madre falleciera Alfredo comenzó a buscar seminarios.
Después de una ardua búsqueda el Doctor fue aceptado en el Seminario Palafoxiano, donde empezó a realizar sus labores y después de un tiempo intento renunciar a su trabajo en el Hospital del Niño Poblano, el director del Hospital solo le concedió una licencia de 6 meses por si su nueva carrera no florecía.
Seis meses después el Doctor Alfredo regresó a sus labores en el puesto que este tenía, este recibió un consejo por parte de Felipe Pozos el actual Obispo Auxiliar, el cual le dijo que no renunciara a su carrera de doctor ya que podía ayudar físicamente y ahora espiritualmente a sus pacientes.
Fue una época difícil ya que para poder tomar los seminarios tenía que correr y a veces no comer, debido a que del hospital salía a las 08:00 am y tenía que entrar al salón del seminario a las 8:30 y si llegaba un minuto tarde le cerraban la puerta.
Alfredo mencionó que al principio no le había contado a nadie que era doctor, pero un día que estaba en el seminario uno de sus compañeros estaba enfermo, le dolía mucho el estómago, por lo que su instinto medico salió y fue rápidamente a la ayuda, al revisarlo y checar los síntomas se le diagnosticó apendicitis aguda, en su respuesta rápida decidió sacarlo sin permiso y llevarlo al Hospital.
“Dios me iluminó para que actuara rápido y el alumno recobrara su salud, pues estaba en peligro de muerte” dijo el Doctor Alfredo.
Debido a la pandemia el padre Alfredo ha dedicado parte de su tiempo a ayudar a los pacientes aparte de que tiene miedo a que los niños se puedan contagiar de este mortal virus; el padre pide que nos cuidemos todos y que hagamos caso a las reglas de salud que imparte los gobiernos, por su parte el ayudará como médico y orara por el bien de los pacientes y de México.

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