Eduardo era un joven argentino de 36 años de edad, trabajaba en un frigorífico y a su vez se dedicaba a prestar dinero. El día martes fue a cobrar una deuda pero fue asesinado de un tiro en la cabeza.
Era martes y el joven Eduardo estaba jugando fútbol, llegó a su casa alrededor de las 19:00 horas y le comentó a su esposa Paula, que iría hasta Laferrere, Argentina, para cobrar un dinero que había prestado, pero que en 40 minutos él estaría en casa para la cena. Antes de salir, le dijo a su esposa: “Si no vuelvo rápido, preocúpate”, como forma de aviso.
Pasó el tiempo y Eduardo no llegaba a casa, Paula le mandó mensajes mediante WhatsApp, también le llamó pero su esposo no contestaba, recordó lo que su esposo le dijo antes de salir y esto la preocupó mucho, por lo que decidió ir a los hospitales en busca de su marido. Después procedió a hacer la denuncia de la desaparición de su esposo, describió la ropa que llevaba y los tatuajes que tenía.
Al siguiente día, miércoles, un vecino encontró en un predio del cruce de Gelly y Ciudadela, en el partido de La Matanza, el cuerpo de Eduardo, el cual presentaba un impacto de bala en la cara. Se llamaron a las autoridades que llegaron y vieron que el cuerpo de Eduardo se encontraba a 8 kilómetros de su casa, mientras que su camioneta fue incendiada y abandonada a unos kilómetros de donde se hallaba el cuerpo y a unos 13 kilómetros de su casa.
No pasó mucho tiempo de que se le avisara a sus familiares y llegaran al lugar para reconocerlo. “Entre sus ropas se encontramos un listado con nombres y deudas”. Hasta el momento la causa sigue en estado de investigación por el fiscal Gastón Duplaa, de la UFI Temática de Homicidios de La Matanza.
