La mixe que llevó el maíz a Holanda

La madre de Tania fue el puente entre los dos mundos. A los nueve años, viajó a la Ciudad de México con el sueño de convertirse en médico. Ahí aprendió a usar zapatos y a hablar español. Al final no fue la medicina, sino la educación su camino.

Los primeros años de Tania fueron una excursión por las comunidades mixes de Oaxaca. Ahí, entre la naturaleza, el campo, los animales y las plantas, Tania formó su identidad. Eulalia, quien era chamana, le contaba historias fascinantes acerca de los orígenes de su gente.

Cuando sus padres tuvieron que vivir unos años en la Ciudad de México, Tania se enfrentó a una difícil realidad: sus compañeros se burlaban de su pronunciación y le hacían bullying porque era diferente. En algún momento, Tania quiso olvidarse de sus raíces pero, con el tiempo, aprendió a sentirse orgullosa de ellas.

No se detuvo ahí. Impulsada por el deseo de expandir sus horizontes, buscó hacer un posgrado en el extranjero. Tras obtener la beca Fulbright-García Robles de la Comisión México-Estados Unidos para el Intercambio Educativo y Cultural (la primer indígena en lograrlo), Martínez cursó la maestría en ingeniería agrícola y biosistemas en la Universidad de Arizona.

Tras concluir esa etapa, Tania quiso colaborar con el Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo. Gracias a su trabajo en este organismo, fue becada por la Conacyt para estudiar su doctorado en la Universidad de Wageningen, Holanda, en donde lleva tres años estudiando y desarrollando una investigación para el programa MasAgro.

Fuente/El Universal

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